La insistencia pasa por el hecho que no logra referirnos nada novedoso; lo atraviesa como quien ingresa por enésima vez en el almacén de los peces y las futilidades de gran relevancia, procurando vislumbrar alguna variedad en los precios, en los envases, en las promociones que suelen estampar los proveedores en las vidrieras o escaparates de cartón piedra que nos atraen.
Todo entra por los ojos: tu cuerpo, mi imagen sobre tu cuerpo, el mío frente a un espejo, tu imagen sobre mi cuerpo, y también las acepciones triple x de las actuales figuraciones. Incluso entra por los ojos la piedrita que nos hace caer una lágrima mientras vemos I am Sam con nuestros padres o amigos. Todo esto ocurre en aquel nivel descrito o presentado mediante la conformación grave de cuatro fonemas (también granemas): amor.
Todo entra por los ojos: tu cuerpo, mi imagen sobre tu cuerpo, el mío frente a un espejo, tu imagen sobre mi cuerpo, y también las acepciones triple x de las actuales figuraciones. Incluso entra por los ojos la piedrita que nos hace caer una lágrima mientras vemos I am Sam con nuestros padres o amigos. Todo esto ocurre en aquel nivel descrito o presentado mediante la conformación grave de cuatro fonemas (también granemas): amor.
El amor es adquirible. Puede vérselo “canturreando siempre la misma canción”¹ en bares ajenos a nuestra memoria, ignotos aún a nuestra decisión; extrañísimas moradas que hoy usurpan la alegría para recordármela por las noches –léase: en los momentos del día en los que concilio el sueño-, y yo concibo a la alegría como una gran publicidad, un gran afiche de cartel:
Vente conmigo; sé que no sabés quién soy.
“I know you don´t know me, but you want me so bad.”²
El amor es adquirible; pero no mediante el dinero. Imagino, tan sólo de a momentos, que es inaccesible, además, a las desencriptaciones de lo críptico. Por lo demás, con frecuencia, de tan descriptible, me vuelvo simple:
En cierta calle, hay cierta firme puerta
con su timbre y su número preciso,
y un sabor a perdido paraíso
que en los atardeceres no está abierta
a mi paso.³
No sé qué más pretendes que exprese; no sé esconderte en falsas ocupaciones. Puede ser que uno de estos días llegues a ser, después de todo lo cantado, Nadie.
¹ Joan Manuel Serrat en “Los recuerdos”.
² Nada novedosa respuesta de la musa
del cantante de Maroon 5.
³ Jorge Luis Borges en “H.O.”.