14.10.06

Viernes por la noche

23:00- Salgo. Digo: me parece que esta noche consigo una piba... Me escuchan dos o tres transeúntes: risas a mansalva... Entonces me lo repito para mis adentros, me lo repito como si fuese yo mi propio líder de opinión, quiero convencerme, sólo quiero convencerme de ello, finalmente lo digo: risas a mansalva en mi cabeza.
Parece que va a llover en breve, y aún no es medianoche... Ahora que lo pienso por segunda vez, debería evitar tener alguna relación esta noche, porque pueden acusarme el cada vez más próximo aguacero por tal mérito...
El amigo César, yo, dos muchachos amigos suyos, un mozo al que le atiné con trescientos cuarenta y dos sobrenombres antes de dar en la tecla:

-Mozo, ¿cómo te dicen?
-El Tecla.


23:45- Mirá vos el mozo, che... Lindo pibe Julio Bocca; tiene cara de actor de reparto de serie estadounidense que se enamora de la protagonista y de algún modo debe salir de su vida, ya que ella debe regresar para siempre jamás -o hasta el próximo capítulo- con el protagonista... En su caso, el caso del mozo, de su hermano gemelo actor californiano, este enamorado muere (yo le comenté esta sensación, "¿cómo que muere?", dijo; "pasa en la vida, pasa en TNT"). Fenece sin siquiera una veintena de años de vida, cayéndose de tal lado con cierta cantidad de alcohol en sangre, y la culpa recae sobre la protagonista, obviamente y como no podía ser de otro modo, porque todas las mujeres son el diablo.

0:20- Voy a comprar cigarrillos sin la billetera.

0:35- Tres cervezas exactamente. Gastos más o menos repartidos, uno de los para mí desconocidos decide abandonarnos; debe emprender al día siguiente tal o cual viaje hacia una galaxia diferente, con brazos cromados, con un par de ojos robados, con recuerdos que alivianen la soledad, para seguir a Yupanqui (vamos que hoy estamos todos).

1:00- La lluvia comenzó antes de que yo haya logrado la más mísera y amena respuesta de alguna mocita, se me declaró libre de culpas. Ingresamos en equis lugar, pero no en equis bar; sólo yo abono la entrada (no vale preguntar). Alguien critica a Borges, el mismo alguien critica el machismo –o al menos adhiere al bando contrario-, el mismo alguien no va a invitarme un café, yo no voy a invitarla a lo propio porque su feminismo (¿existe verdaderamente el feminismo? No me vengan con necedades…), decía, su feminismo puede verse socavado, opacado, convencido, destruido, agraciadamente vencido… sé preparar un buen café.

4:30- Diálogo entre mi persona y la estudiante de Letras Clásicas (he vencido al complejo de Edipo, y a un complejo crucigrama de la revista que leía cuando en plena clase nos explicaban qué significaba toda esa cuestión de uno, su progenitor del sexo opuesto, la pareja de uno… ¡De verdad que los homosexuales vienen a romper con todo en este mundo!):

Y: ¿Me das un trago?
F: Sí, tomá.
Y: ¿Puedo llevar el rol de mujer?
F: ¿Adónde?
Y (para sí mismo): Uh… Es tan común.
F: ¿Me esperás que voy a dar una vuelta y vengo?
Y: ¿Ésa no sería mi línea?
F (extrañada): No, soy feminista.
Y: Vaya, pues.
F: Ya vengo, esperame.

5:40- Apago el cigarrillo que fue objeto de la siguiente cuestión: “Me fumo un cigarrillo, si no aparece, voy, le digo lo que deba decirle, estudio y actúo según su reacción y respuesta”. Me incorporo de la especie de banco en la que estaba sentado con mis restos de machismo, camino hacia la puerta, la veo charlando con un muchacho bastante menos atractivo que yo (pobre). Sin siquiera detener el ritmo, sin quitar el gesto de orgullo de mi rostro, sin que ella me perciba, me retiro del lugar, prendo el último cigarrillo, me percato de tener su número en mi móvil, avisto mi casa…

12:40- Mensaje en el móvil: “¡Te fuiste! ¡No me esperaste! ¡Nadie me acompañó a casa! ¡Me mojé! ¡Pagué mi taxi!”.

12:41- Mensaje en su móvil: “Disculpame, ¿quién sos?”.

12:43- Mensaje en móvil que había recibido uno cuando dieron las 12:40: “¡Yo! La de anoche, letras clásicas”.

12:44- Segundo y último mensaje en su móvil: “No, no sos aquélla. Aquélla adhiere al feminismo”.

12.10.06

Aventurándome en la farándula

Pudiendo no haber venido a este lugar, debí hacerlo... no, mi nombre no es Lorenzo Lamas. Habíamne advertido las consecuencias de mi atrevimiento, de mi futuro (y ahora presente) atrevimiento. No incluían aquellas consecuencias ataque alguno de tiburones, tampoco besos apasionados de alguna mujer policía, no incluía una marathon del programa de Tinelli con "Bailando por un sueños" que agotaban la totalidad de vedettes, modelos, conductoras, modelos que ahora son conductoras, vedettes que de modelos pasaron a conductoras justo después de descubrir que mostrando las tetas en un teatro de verano podrían lograr una misma o una mayor cantidad del mejor afrodisíaco inventado, y sin deber preocuparse por el reitin -porque así lo pronuncian-, participantes que también, luego de haber sido modelos, conductoras y vedettes resucitábanse, creíanse fervorosamente tal resurrección, y recomenzaban el ciclo: estúpida, estúpida con micrófonos, estúpida con plumas, estúp-- perdón: modelo, conductora, bedet -sí, así es como lo pronuncian, aunque podríamos quitar la segunda c de la palabra que tiene tal caracter.

Sin más pormenores: llegué, le pronuncié mi nombre, ella dijo:

-Bien, ¿y usted?
-Yo procurando alguna cosa que comer.

Ella, antes modelo; antes de modelo, conductora; antes de conductora, bedet; antes de bedet, primer y único verdadero amor de SV -obvio, éste era pobre, vendía relojes en la cañada, aspiraba a estrella de blog, y aspiraba-; antes de único y verdadero amor de aquél, feto en el vientre de su madre; ella, la bella que no me ve, ella, quizá la Bella del Metro, quizá la mucama del alemán que se exilia en la América para des-concluir una novela hermosa, ella... comenzaba a desnudarse...

...Yo perdía mi apetito.

5.10.06

El Perro de la ley (teatro en escenas)

En el capítulo de hoy, nuestro héroe, el Perro de la ley, mantiene un descabellado diálogo con uno. Digo descabellado por eso de que se cree que le toman el pelo. Aclaración: en esta sede del ejército, nadie vio al Soldado Varón.

P: ¡Oficial!
O: Sí, sargento.
P: Dígale al redactor que escriba sargento con mayúscula.
O: Comprendido.
R: (Qué rompe bolas este perro).
O: Redactor.
R: ¿Qué?
O: Dice el sargento que escriba sargento con mayúscula.
R: Bueno.
P: Y... apresúrese, escoria.
R: Pero usted debe esperar a que aparezca la palabra, señor.
P: Bla, bla... Escriba de una vez.
R: ¡Sargento! ¿Ahí está bien?
P: Mucho mejor, ahora déjenos continuar con este bloggerteatro. ¡Oficial!
O: Sí, SSSSSSSSSSSSSSargento.
P: No prolonge las palabras de esa manera.
O. Es el redactor que se hace el loco.
P: Deje de hablar de ese pusilánime y escúcheme.
O: ¿Qué pasa?
P: Lo tengo que retar.
O: -con cara de oso, y retrocediendo, dubitativo- Pero mire que a mí no me tocaba limpiar el baño.
P: -indagando- ¿Y a quién le tocaba?
O: -respondiendo- A A.
P: -repreguntando- ¿A quién?
O: -rerespondiendo- A A.
P: Dígalo de una vez, no sea tan cagón.
O: Le digo que le tocaba a A.
P: -emperrado- ¿Pero usted me está tomando el pelo, Sssssargento? Ahora sí, lo voy a retar.
O: -sorprendido- ¿Otra vez?
P: No, estúpido. Lo voy a retar a un duelo.
O: -asustado- ¡Ay! -negativo- No. -preguntón- ¿Por?
P: Porque soy el Perro de la ley.
O: ¿Y?
P: Y en el capítulo de hoy, el libreto dice que tengo que retar a duelo a alguien.
O: -como cuando uno dice ufa- ¡Ufa!
P: Pero no creo que usted tenga las suficientes agallas.

En eso, O saca 6 agallas de los bolsillos, el Perro mira atónito y decide retirarse vencido.

FIN