Pudiendo no haber venido a este lugar, debí hacerlo... no, mi nombre no es Lorenzo Lamas. Habíamne advertido las consecuencias de mi atrevimiento, de mi futuro (y ahora presente) atrevimiento. No incluían aquellas consecuencias ataque alguno de tiburones, tampoco besos apasionados de alguna mujer policía, no incluía una marathon del programa de Tinelli con "Bailando por un sueños" que agotaban la totalidad de vedettes, modelos, conductoras, modelos que ahora son conductoras, vedettes que de modelos pasaron a conductoras justo después de descubrir que mostrando las tetas en un teatro de verano podrían lograr una misma o una mayor cantidad del mejor afrodisíaco inventado, y sin deber preocuparse por el reitin -porque así lo pronuncian-, participantes que también, luego de haber sido modelos, conductoras y vedettes resucitábanse, creíanse fervorosamente tal resurrección, y recomenzaban el ciclo: estúpida, estúpida con micrófonos, estúpida con plumas, estúp-- perdón: modelo, conductora, bedet -sí, así es como lo pronuncian, aunque podríamos quitar la segunda c de la palabra que tiene tal caracter.
Sin más pormenores: llegué, le pronuncié mi nombre, ella dijo:
-Bien, ¿y usted?
-Yo procurando alguna cosa que comer.
Ella, antes modelo; antes de modelo, conductora; antes de conductora, bedet; antes de bedet, primer y único verdadero amor de SV -obvio, éste era pobre, vendía relojes en la cañada, aspiraba a estrella de blog, y aspiraba-; antes de único y verdadero amor de aquél, feto en el vientre de su madre; ella, la bella que no me ve, ella, quizá la Bella del Metro, quizá la mucama del alemán que se exilia en la América para des-concluir una novela hermosa, ella... comenzaba a desnudarse...
...Yo perdía mi apetito.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario